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octubre 2, 2023
REPORTAJE

Consumo colaborativo

Para muchos, el consumo colaborativo podría ser la versión siglo XXI del trueque en los pueblos y ferias de hace siglos, pero con muchísimos más protagonistas, contenido, recorrido y futuro. Una tendencia que crece cada año y que no es más que intercambiar o compartir productos o servicios entre particulares, y todo como alternativa a la crisis y gracias al omnipotente Internet y al desarrollo de una nueva conciencia a la hora de consumir.

Intercambiar o compartir, la nueva tendencia en consumo

Por Maika Cano.

Con el consumo colaborativo unos comparten lo que tienen y sacan algo de dinero; otros intercambian bienes o servicios sin que haya dinero de por medio; otros regalan lo que les sobra; otros alquilan lo que no usan; otros venden a bajo precio y crean ilimitadas ofertas de segunda mano… y así, nos encontramos con todo un boom de esta nueva tendencia donde todos pueden acceder a lo que necesitan a precios más bajos, sin necesidad de comprar y comprar, generando un consumo más real, inteligente y práctico, más respetuoso con el medio ambiente y más coherente con los tiempos que vivimos. 

Hoy día, gracias al consumo colaborativo, podemos disfrutar de viajar en coche sin que sea nuestro o podemos compartir el que tenemos con otras personas que lo necesitan; podemos compartir nuestra plaza de garaje con la de otra persona; podemos compartir nuestra casa para ofrecerla a otras personas en sus vacaciones o disfrutar de las casas de otras personas a precios low cost; podemos alquilar ese taladro que compramos y solo utilizamos una vez; podemos compartir espacios para trabajar (coworking http://goo.gl/cV8KdE), podemos compartir viviendas (cohousing http://goo.gl/2KvPdP) o podemos compartir proyectos gracias a la financiación de personas que los apoyan (crowdfunding https://goo.gl/). 

¿Qué es el consumo colaborativo?

Actualmente, por consumo colaborativo se entiende aquella actividad con la que se comparten, intercambian, compran o venden productos y servicios entre particulares, rasgo éste último que es el que le da a la tendencia su valor diferenciador. La realidad es hoy un sector en continuo crecimiento, con mucho futuro, y que ha sido definido como una de las 10 ideas que cambiarán el mundo, según la revista Time. 

De nuevo ha sido la crisis el detonante que ha hecho posible que los consumidores busquen alternativas. Si cada día hay menos dinero pero todo cuesta más, estaba claro que algo había que hacer. Y ese algo ha sido ahorrar en los productos que el consumidor necesita comprándolos de segunda mano, intercambiandolos por otros o alquilándolos en vez de comprarlos. 

De nuevo ha sido Internet el que también ha hecho posible el desarrollo de este nuevo sector. Y no solo con la difusión continua de información sobre productos y servicios sino haciendo que la oferta y la demanda se consoliden en numerosas páginas y plataformas que ponen en contacto a los interesados. También los foros y las redes sociales han servido para que las opiniones personales sobre esta nueva tendencia hayan generado cada vez más confianza entre los consumidores, otro rasgo importante en el consumo colaborativo que ha hecho que meterte en un coche con 4 personas desconocidas para viajar a otra ciudad o dejar tu casa a extraños sean la cosa más normal del mundo. 

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Bluemove

Una nueva conciencia 

Hay quienes ven en el consumo colaborativo algo del intercambio y el trueque de siglos pasados. Entonces había pocos productos e intercambiar unos por otros era lo normal. Cuando creció la producción y el consumo se hizo global, aquellos trueques cayeron en desuso. Cuando la producción fue masiva y el consumo excesivo, nació un tipo de consumidor que empezó a no tener límites a la hora de comprar, sobre todo porque compraba lo que necesitaba pero lo no necesario también. Estaba claro que a todo esto había que ponerle límite en algún momento. Sobre todo porque cada día arraigaba más la conciencia de que algo estábamos haciendo mal. 

El término consumo colaborativo se empezó a usar a raíz de la publicación del libro What’s mine is yours. The rise of collaborative consumption (Lo que es mio es tuyo. El auge del consumo colaborativo), de Roo Rogers y Racher Botsman. En sus páginas se sembraban ideas como el que para disfrutar de algo no había que comprarlo obligatoriamente. Y de ahí crecían conceptos que dejaban ver la posibilidad de compartir lo que teníamos, aún sacándole un beneficio, pero dando la posibilidad a otras personas de tener eso mismo pero por menos dinero que comprándolo nuevo a precios de mercado. 

Si libros como el antes mencionado ponía nombre y desarrollaba el concepto, nadie puede obviar el papel como antecedente que para el consumo colaborativo ha tenido la Economía Circular y su guerra al “usar y tirar” que está acabando con nuestro planeta, su guerra a la locura que nos posee para consumir masivamente cosas que no utilizamos al 100% y que a veces tiramos sin usar, su guerra a un sistema de producción que genera basura continua, que contamina y que agota los recursos del planeta. Sobre todo cuando además, no necesitamos mucho de lo que compramos,porque compramos productos que luego utilizamos una sola vez, porque exprimimos el planeta agotando sus recursos, porque gastamos un dinero que no nos sobra precisamente. Qué absurdo, ¿no?, pues sí, además de una completa locura. 

Con la economía circular y el consumo colaborativo, se comparte lo que tenemos, se reutiliza una y otra vez lo que se compra, y los consumidores ganamos y gana nuestra economía doméstica, porque accedemos por menos dinero a productos nuevos aunque sean de segunda mano. Igual que gana el planeta porque con la reducción del consumo masivo se reduce la producción indiscriminada, se reduce el consumo de energía al mínimo, se utilizan fuentes renovables, se limita el uso de recursos, se recicla y los residuos se transforman en recursos. 

Compartir es el futuro

Compartir coche, aparcamiento o taxi

Uno de los mejores ejemplos de consumo colaborativo está siendo sin lugar a dudas el hecho de compartir coche entre varias personas. En Madrid, por ejemplo, más de uno sabe que el Bus Vao ya hace tiempo que se utiliza para ejercer un consumo colaborativo, y hasta hay a quien le ha dado para relatar sus mejores experiencias con él. http://www.yorokobu.es/historias-del-bus-vao/

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Pixabay

Estaba claro que ante la crisis, la gente piensa más para idear soluciones. Tener vehículo propio y desplazarte a diario supone un gasto tremendo, al que se le une el del aparcamiento. Un coche suele estar más tiempo aparcado que andando. Igualmente, viajar en coche solo con varias plazas libres vacías parece algo absurdo si se piensa bien. En ciudades grandes como Madrid y Barcelona, los desplazamientos al lugar de trabajo o de estudios estaban generando una demanda de soluciones alternativas que antes o después tenían que llegar. Y llegaron. 

El carpooling es hoy día una gran revolución. Se trata del hecho de compartir coche con otras personas desconocidas para realizar viajes puntuales o habituales, práctica cada vez más habitual en las ciudades para desplazarse a los lugares de trabajo o estudio, o para compartir el coche con varias personas para hacer viajes de largo recorrido. En este sentido, el carpooling se ha convertido en una alternativa al transporte público, que tampoco es barato a veces, y cuyo handicap sin embargo es que no llega a todos sitios. 

https://amovens.com/, http://www.shareling.es/ y https://www.blablacar.es/ son los ejemplos más conocidos de plataformas para poner en contacto a personas que quieren compartir el coche de una de ellas para desplazamientos habituales o para viajes de largo recorrido. En una variante de esta práctica, empresas como https://www.socialcar.componen en contacto a particulares que quieren alquilar su coche al completo a otras personas. Y en otra vuelta de tuerca, el carsharing también va ganando su cuota en el mercado del consumo colaborativo. Se trata del alquiler de coches de toda la vida pero que ahora se ofrecen por periodos de tiempos mínimos, sólo los que el consumidor necesita, ni más ni menos. En Madrid, por ejemplo, dos de las principales empresas de carsharing, https://bluemove.es/esy http://www.respiro.es/ han llegado a un acuerdo con la Consejería de Transportes y ya se incluyen en el abono transporte para ofrecer ventajas a los usuarios madrileños para la contratación de este tipo de alquiler de coches. 

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Pixabay

El asunto de compartir coche ha llegado a tales niveles que incluso cada vez más ayuntamientos y empresas privadas ofrecen este servicio haciendo de intermediarios para todos los interesados, e incluyendo también el consumo colaborativo en plazas de parking. Hoy día puedes alquilar tu plaza para que alguien la use mientras tu te vas a trabajar, puedes intercambiar tu plaza con otra personas porque ella trabaja donde tu vives y tú trabajas donde ella vive; puedes acceder a plazas en localizaciones especificas y pagar sólo por el tiempo que la tengas, y así, un sinfín de alternativas más que no dejan de surgir. 

Y cerramos este apartado con el polémico asunto de los taxis compartidos. En este sentido, la oferta se ha vertebrado en dos tendencias: la de plataformas como http://www.joinuptaxi.com/que ponen en contacto a personas para que puedan compartir taxi para ir al aeropuerto, por ejemplo, o la de plataformas como la polémica https://www.uber.com/ o con su directa competidora https://cabify.com/es/home, ambas con una oferta de coches con chófer que en realidad son personas particulares que se ofrecen para llevar a gente. 

Guerras aparte, está claro que las cifras que se mueven derivadas del hecho de compartir coche no son nada despreciables en cuanto a quitar de la circulación miles de vehículos, reduciendo los atascos, y reduciendo las emisiones de CO2 de forma bastante saludable.  

Compartir a la hora de viajar

Si compartir coche es uno de los mejores ejemplos de consumo colaborativo, a la hora de viajar, crecen y crecen las propuestas para que compartir sea un alivio para cualquier economía.  

Aquí os dejamos algunas de las iniciativas a cual más interesante para poder viajar y disfrutar con lo que otras personas ofrecen y comparten para nosotros, ahorrar dinero con todo ello y disfrutar de experiencias diferentes que nunca hubiéramos podido imaginar. Pero recuerda que hay muchas más, muchísimas: 

El intercambio de casas para pasar las vacaciones tiene un recorrido de bastantes años pero el desarrollo de plataformas como https://www.airbnb.es/o https://www.intercambiocasas.com/es/sí que ha supuesto un antes y un después en cuanto a poder viajar y alojarnos en cientos y cientos de casas y apartamentos de particulares que las ofrecen con este fin, igual que nosotros podemos ofrecer las nuestras. 

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Airbnb

Gracias al https://www.couchsurfing.com, puedes alojarte gratuitamente en casas en casas particulares, aunque la filosofía de esta plataforma sea la de poner en contacto a viajeros de todo el mundo para compartir la experiencia de sus viajes. 

http://www.wonowo.com/es el buscador para el turista colaborativo ya que tiene una amplia oferta para viajar, para buscar alojamiento o para compartir actividades con personas afines, como las que ofrece http://www.beetripper.com/, en la que los usuarios ofrecen sus experiencias para que cuando lleguen viajeros a su ciudad sepan donde tienen que ir y lo que tienen que hacer más allá de las aburridas rutas tradicionales turísticas de siempre. 

En http://www.truecalia.com/, en https://www.railpanda.com/index.phpo en https://compartirtrenmesaave.com/ te ponen en contacto con otros particulares para vender o comprar billetes de tren a precios más baratos o para compartir mesa en el AVE, lo que aun abarata más el precio. 

Si lo tuyo es viajar en caravana, en http://www.areavan.com/puedes alquilar una a un particular y descubrir cómo esta opción es la más barata de todas cuando se opta por este medio de transporte. 

Con https://es.vizeat.com/podrás comer en casas de particulares de todo el mundo en un intercambio social, turístico y gastronómico sin precedentes. 

Compartir, alquilar, reciclar o vender productos y servicios

http://www.consumocolaborativo.com/es hoy una de las webs de referencia de este sector y ofrece información constante y práctica de todo lo que acontece. Cuenta con un directorio de proyectos donde pueden encontrarse los mejores ejemplos de consumo colaborativo de los que poder beneficiarse. 

Aparte de esos, os dejamos aquí algunos más:  

El mercado de segunda mano lleva años asentado pero hoy, gracias a Internet, las derivaciones que está teniendo son impresionantes, como  así lo demuestra el boom de la sorprendente http://es.wallapop.com/donde los particulares compran y venden los productos que otros no necesitan.  En https://www.relendo.com/puedes alquilar cualquier tipo de producto que necesites para un momento puntual o alquilar tú a otros cualquier producto que no uses y cobrar por ello. 

En una vertiente diferente, https://www.freecycle.org/es una red sin fines lucrativos que pone en contacto a personas que quieren regalar cosas y a personas que necesitan cosas pero no pueden pagar por ellas. El objetivo primordial es reutilizar, reciclar y no generar más basura innecesaria.  

En http://compartirwifi.com/te apuntas y recibes en tu email cuando un vecino tuyo quiere compartir Internet contigo. 

Ahora que tan de moda están los huertos urbanos, quienes tengan un terreno sin usar pueden hacer que se cumpla el sueño de muchas personas y ellos mismos recibir por ello un dinero a cambio o parte de la cosecha, que tampoco está nada mal.  http://www.huertoscompartidos.com/.

http://letsgoi.com/es una plataforma fundada que pone en contacto a particulares para el transporte de paquetería. Los usuarios publican un anuncio con el trayecto que vayan a hacer, el medio de transporte empleado y lo que cobrarían por transportar los paquetes que fueran. 

¿Qué pasará en el futuro? 

Desde un punto de vista económico, el consumo colaborativo se está organizando como un importante sector y es por ello que rápido han salido al encuentro los detractores, como no podía ser de otra manera. Se habla de competencia desleal, de falta de regulación, de economía sumergida sin control con numerosas personas generando una actividad lucrativa sin licencias, sin pagar impuestos, con consumidores desprotegidos… Y en todas estas quejas hay una parte de verdad.  Evidentemente el sector, al crecer, tendrá que irse asentando, regulando y sometiéndose a unos controles. Pero que con el consumo colaborativo ganan los usuarios, es una realidad tan importante que se debería apoyar aún más.  

Las fotos de este reportaje han sido cedidas por las empresas mencionadas o cedidas por cortesía de Pixabay.

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