Bratislava: una escapada desde Viena

Fecha: 2 de octubre de 2023 – Actualizado: 20 de octubre de 2023
Por Nuria Araguás y A.B.S
Fotos Cedidas Por Bratislava Tourist Board y Evasión
Bratislava, capital de Eslovaquia es una de las más pequeñas del continente europeo, rodeada de bosques y con un encantador casco antiguo a orillas del Danubio. A tan solo 60 km de Viena, es la opción perfecta para realizar una excursión de día o preferiblemente tomárselo con calma, pernoctar para ver la ciudad iluminada y disfrutar de su ambiente nocturno.
HISTORIA BREVE DE BRATISLAVA, la antigua Presburgo
Las primeras referencias de la ciudad datan del año 907 cuando formaba parte del Imperio Moravo. Durante el siglo X pasó a formar parte del Reino de Hungría, conociéndose como Condado de Presburgo. En los siglos posteriores la historia de Presburgo estuvo muy ligada a las ciudades de Viena y Budapest. En el siglo XVI llegó a ser la capital de Hungría, para más tarde pasar a formar parte de los territorios de la monarquía de los Habsburgo con capital del Reino en Viena. En enero de 1919 Presburgo adopta el nombre eslovaco de Bratislava y el territorio de Eslovaquia pasa a integrarse en la Federación de Checoslovaquia.
Tras la II Guerra Mundial comienza el período de la dominación soviética que duraría hasta la caída de Muro de Berlín en 1989. En este mismo año la llamada «Revolución de Terciopelo» derrocó al gobierno comunista en Checoslovaquia, comenzando una nueva etapa hasta que en 1993 se hace oficial la división pacífica de la antigua Checoslovaquia en Eslovaquia y República Checa, y en la que Bratislava es nombrada capital de Eslovaquia. En mayo de 2004, Eslovaquia se adhirió a la OTAN y a la Unión Europea y en 2009 adoptó el euro como moneda oficial.
Bratislava fue un gran descubrimiento en nuestro viaje a Viena. Aunque también eclipsada por la cercanía de Praga o Budapest se halla inmejorablemente conectada a la capital austríaca por tren, autobús o barco. Si bien la travesía en barco, surcando las aguas del Danubio puede ser muy sugestiva, en su lugar alquilamos un vehículo para explorar también los alrededores.

Bratislava es una ciudad tranquila, tradicional, de calles empedradas y plazas pintorescas que resulta encantadora. Pasear por el casco antiguo es como retroceder en el tiempo, está bien conservado, y ofrece una arquitectura única que acoge el gótico, el barroco y el neoclásico.
Sus principales puntos de interés se hallan muy cerca unos de otros por lo que simplemente has de dejarte llevar y perderte entre pasadizos y callejones. Por otro lado, degustar la sabrosa gastronomía eslovaca y disfrutar del animado ambiente de bares y cafeterías es otro de los placeres de Bratislava. Y, para terminar, es una ciudad asequible, fácil de recorrer, con buen ambiente y sin el agobio de las grandes ciudades.
Nos alojamos en el Radisson Blu Carlton Hotel, ubicado en la Plaza Hviezdoslav en pleno centro histórico. El hotel combina la arquitectura histórica con el bienestar actual reflejando a la perfección la atmósfera de la ciudad.
En la misma plaza se encuentra el Teatro Nacional Eslovaco, un grandioso edificio de 1886 con fachada neorrenacentista decorada con los bustos de famosos dramaturgos y compositores. Frente a esta, una escultórica fuente de mármol muestra lo animales que habitaban el Danubio de la época como cangrejos, ranas y tortugas. Con la iluminación nocturna, la plaza parece otro lugar…

De la plazoleta, parte y se prolonga el boulevard Hviezdoslavovo Namesti, una gran avenida arbolada bastante agradable con bancos de madera, magníficos edificios, elegantes restaurantes, terrazas acristaladas, bares, heladerías, en el que destaca la estatua del famoso poeta de eslovaco Hviezdoslav. Un punto de encuentro de turistas y locales, que bajo la arboleda disfrutan de los deliciosos helados eslovacos.
Pero es sin duda el Castillo de Bratislava el símbolo de la ciudad por excelencia, que se alza sobre una pequeña colina y se puede ver desde numerosos puntos, siendo casi imposible perderlo de vista. A su vez, ofrece desde su estratégico emplazamiento, unas maravillosas panorámicas de Bratislava.
Aunque la estructura original del edificio es del siglo X, lo que actualmente vemos es una restauración al estilo de la reina Maria Teresa tras el incendio en 1953. La reina lo habitó en numerosas ocasiones para cumplir la promesa hecha a la nobleza húngara de pasar más tiempo en Hungría, pues desde 1536 hasta 1782, Bratislava fue capital del Reino Húngaro.
Tiene un aspecto de fortaleza blanca, con forma rectangular, destacando sus cuatro torres en los vértices y cúpulas de color rojo. No se puede visitar su interior pero acoge el Museo Nacional de Eslovaquia que permite vislumbrar algunas de sus dependencias.

Es sin duda, un lugar con mucha historia, ya que entre otros acontecimientos, fue donde se firmó la constitución de Eslovaquia como país independiente el 3 de septiembre de 1992.
El bonito jardín barroco es también una reliquia de la historia eslovaca y un símbolo nacional. El parque que lo rodea permite obtener preciosas vistas de la ciudad situada a sus pies, una fotografía inexcusable.
La subida o bajada al castillo caminando, se realiza por calzadas empedradas que descubren encantadores rincones de tascas y tabernas. También se pueden observar los restos de las murallas de Bratislava.

Fácilmente reconocible es también La Catedral de San Martín, ya que en la punta de su torre, en vez de una cruz, como suele ser lo habitual, hay una réplica de la Corona de San Esteban (la Santa Corona Húngara). El motivo es que en esta basílica se coronaron los monarcas del Reino de Hungría entre 1563 y 1830 siendo el primero Maximiliano II de Habsburgo en 1563. En total fueron coronados en la catedral, once reyes y ocho reinas. Las coronaciones contaban con un estricto protocolo y con interminables fiestas que hoy en día evocan las incrustaciones en forma de pequeñas coronas de latón que podemos ver en los adoquines de algunas calles peatonales indicando el “camino a la coronación”.
En la catedral, ha sonado el “Réquiem” de Mozart (1834) y la “Misa Solemne” de Beethoven. También Franz Liszt tuvo una estrecha relación con la ciudad y dirigió su “Misa de Coronación”. Hay un homenaje al artista en el pequeño jardín de entrada. Es indudable la relación de esta ciudad con la música, quizá un poco justificada por la vecina Viena. Asimismo, Hummel, un virtuoso y célebre pianista nació en Bratislava.
Adyacente a la catedral, podemos ver un pequeño espacio con los vestigios de una sinagoga construida en 1893 que fue demolida por el régimen comunista en 1967.

De palacios señoriales, tiendas locales y terrazas y bares, la calle peatonal Venturská nos conduce a la Puerta de San Miguel, la única puerta medieval que queda de las cuatro que tenía la ciudad para acceder dentro del recinto amurallado. Esta torre cuadrada es originaria del siglo XIV y marca el kilómetro cero de Eslovaquia, tal y como lo señala una inscripción circular con que indica la dirección y distancia a las capitales de otros países. Está rematada por el santo que le da nombre y acoge la exposición de armas y restos medievales del Museo Municipal. Se puede subir a la torre, de 51 metros desde la que se obtiene una buena panorámica del centro histórico. Hay una leyenda que dice que «si pasas hablando por debajo de la Puerta de San Miguel, morirás en un año y un día», así que ya sabéis… a cruzarla calladitos… por si acaso…
Una vez la atravesemos nos encontraremos en la parte nueva de Bratislava.
Si continuamos inspeccionando el casco histórico, las distancias son muy cortas. Llegamos a la Plaza Mayor, la Hlavné námestie, centro neurálgico y lugar de encuentro. Es la plaza más bonita de la ciudad. La rodean coloridos edificios color pastel entre los que destaca el Antiguo Ayuntamiento, uno de los más bellos, que además de un hermoso patio interior, alberga el Museo Municipal, el más antiguo de Eslovaquia (1868). Se puede subir a lo más alto de su torre barroca, que ofrece unas preciosas vistas de la plaza y el Staré Mesto o casco viejo de Bratislava. La plaza se halla presidida por la Fuente de Maximiliano, uno de los monumentos más importantes, que encargada por el mismo rey de Hungría, se ilumina de noche dotando a la plaza de gran elegancia. Antiguamente era lugar donde se instalaba el mercado y se realizaban celebraciones, pero también ejecuciones. Hoy en día aloja mercadillos de artesanía, conciertos y otros eventos. Un emplazamiento lleno de vida rodeado de cafeterías y restaurantes.
Una curiosa estatua de un soldado del ejército de Napoleón a tamaño natural se halla apoyado en uno de los bancos de la plaza siendo el deleite de muchos visitantes que no dudan en sentarse a fotografiarse acompañados del indiscreto personaje. Se dice que representa a un soldado francés herido llamado Johann Evangelist Hubert, que se enamoró de una enfermera de Bratislava, decidió vivir en la ciudad y comenzó a producir un vino espumoso basado en la tradición francesa. Hubert es ahora el nombre del vino espumoso más famoso de Eslovaquia.

Junto al Antiguo Ayuntamiento se halla el Palacio del Primado que de estilo neoclásico de fachada salmón se construyó en el siglo XVIII para un arzobispo. Hoy sirve como el lugar de trabajo del alcalde de Bratislava.
En las calles adyacentes de la plaza encontramos palacetes renacentistas y barrocos en los que si nos adentrarnos en algunos de sus patios descubrimos bonitos restaurantes, tabernas o tiendas en un relajado ambiente.
Otro de los atractivos de la ciudad son las originales estatuas de bronce repartidas por el centro histórico. Entre las más famosas, el Čumil, que representa a un trabajador saliendo de una alcantarilla. Curiosamente está señalada con un poste para no tropezar o ser atropellada por un vehículo. Se dice que si tocas su casco te dará suerte. Otra es el Schöne Náci inspirado en un personaje real de principios del siglo XX, Ignác Lamár, del que se cuenta que su mujer lo abandonó, enloqueciendo y saludando desde entonces por las calles con sombrero de copa y frac. Si te colocas bajo su sombrero, ten por seguro que volverás a Bratislava.
Entre los árboles del boulevard Hviezdoslavovo Namesti encontramos asimismo la escultura de Hans Christian Andersen, que se halla rodeada de algunos personajes de sus cuentos. El escritor visitó la ciudad en 1841 y, a petición de sus habitantes de que les contara un cuento, respondió:“Me piden que les cuente un cuento ¿para qué? Si vuestra ciudad es un cuento”.
La Bruja es otra de estas esculturas, homenaje a las personas inocentes que se ahogaron en el Danubio por ser consideradas como tal.
Fuera del casco antiguo hay lugares que merece la pena visitar, como el Palacio Grassalkovich, el palacio barroco más grande de Hungría. Ubicado en la plaza Hodžovo námestie, es la residencia oficial del presidente de Eslovaquia. Fue construido en 1760 para el Conde Antal Grassalkovich, quien fuese jefe de la Cámara Húngara e íntimo amigo de María Teresa I de Austria. Se trata de un palacio de verano con un bonito jardín francés. Aunque a su interior no se puede entrar, te puedes acercar para admirar la fachada y dar un paseo.

También al noroeste de la ciudad, hallamos el Monumento Slavín. Se trata de un cementerio donde reposan los restos de 6.845 soldados del Ejército Soviético que fallecieron defendiendo a Bratislava de las tropas nazis en la II Guerra Mundial. Lo preside un enorme obelisco con la estatua de un soldado ruso pisando una esvástica. El Slavín, es un lugar de relevancia histórica que ofrece nuevas panorámicas de la ciudad.
En la calle Bezručova, se halla una joya del “Art Noveau”, la Iglesia de Santa Isabel, en honor a Isabel de Hungría que creció en el castillo. Se la conoce popularmente como la “Iglesia Azul” por el color de sus muros azul pastel. Data de principios del siglo XX y diseñada por Ödön Lechner, un arquitecto conocido como el “Gaudí húngaro”. Es una preciosidad, es azul por fuera y por dentro, nos cuentan que el cura viste de azul, que tiene un coche azul y en algunas bodas los novios visten ¡de azul!. Hay listas de espera de años para poder casarse. Resulta muy vistosa y nos recuerda a una gran tarta.

Otro edificio al que debemos acercarnos es la Iglesia y Monasterio de los Franciscanos, el edificio religioso más antiguo de la ciudad.
Pero Bratislava tiene más que ofrecer, en los márgenes del Danubio encontramos todo tipo de ocio, chiringuitos, terrazas, restaurantes, pistas de vóley, tenis, fútbol o baloncesto… y un largo etc… Algunos barcos amarrados funcionan como hoteles, como restaurantes, barcos con cerveza de elaboración propia, un “barco teatro” y algunos cruceros. En el río se realizan muchas actividades entre las que destaca el divertido el paseo en una lancha.
Pero para nosotros, uno de los más bonitos y gratificantes recorridos que recomendamos, es la ruta en bicicleta entre los puentes Stary Most (Puente Viejo) y el Puente Nuevo. La ruta comienza por el borde del río hasta el Centro comercial Eurovea, alojado en una gran plaza que reconoceremos por su prominente obelisco. Por los alrededores, se expanden laderas de hierba a orillas del agua sobre las que se reúnen grupos charlando, gente paseando o tomando el sol. Algunos bares con arena fina y confortables sofás ofrecen cócteles y comida. Elegantes restaurantes con terraza entre vegetación esconden platos más elaborados. Es una zona de esparcimiento muy “chill-out”.

Cruzamos al otro lado del Danubio atravesando el Puente Viejo -que también dispone de carril bici- y en el que hay instalados varios miradores donde recrearse destapando unas de las mejores estampas de Bratislava, con el Danubio, el Castillo, la Catedral y el llamado UFO.
El UFO es un restaurante-bar-mirador que se eleva a 85 metros en un extremo del Puente Nuevo SNP y que como el Castillo, se puede observar desde muchos puntos. Se llama así, por su forma de platillo volante ofreciendo como es de imaginar unas vistas únicas. Los precios del restaurante no son económicos pero se puede subir a tomar un cóctel y al mirador pagando una entrada. Esta moderna construcción contrasta con el centro histórico de la ciudad, pero es excelente para apreciar Bratislava, formando ya parte de su perfil.
Al otro lado del puente Viejo se halla Tyršák, la playa urbana más popular de la ciudad, que surgió en el área abandonada de un antiguo parque de atracciones. Otro sitio de relax, ocio y cultura y lugar de esparcimiento de los bratislavos.
Continuamos pedaleando, siguiendo el río. Hay grandes barcos amarrados que albergan bares de copas y restaurantes. Sobre el terreno nos llama la atención el restaurante 1827 au café, una bonita casona con una amplia terraza en la que hay instalada una humeante barbacoa. Rodeado de vegetación y al borde del río, el emplazamiento es perfecto.

Llegamos a un sendero que se interna en un bosque. Un cartel nos indica los kilómetros que hay hasta algunos puntos interesantes como el Castillo de Devín pero se encuentra a 10 Kilómetros según marca el poste, por lo que decidimos volver atravesando el Puente Nuevo. Hay que hacer una mención a este moderno viaducto construido en 1972, ya que se trata de un puente flotante que cuelga de cables de acero sin apoyo en el lecho del rio. Atravesarlo volvió a dejarnos nuevas y atractivas imágenes. Una experiencia maravillosa de recorrido fácil entre dos de los puentes más emblemáticos de Bratislava que no te deberías perder.
Por supuesto el paseo caminando merece la pena, sobre todo a la luz del atardecer.
BRATISLAVA Y SUS ALREDEDORES
A 13 Kilómetros de Bratislava, se encuentra uno de los lugares arqueológicos más significativos de Eslovaquia, las ruinas del Castillo de Devín. Este gran museo al aire libre data del S.VIII, como punto estratégico del Reino de Hungría. En el S.XIII pasó a ser propiedad de familias de gran linaje y en 1890 fue destruido por orden de Napoleón. Erigido en lo alto de una peña, es un lugar excepcional debido a su posición geográfica en la confluencia de los ríos Danubio y el Morava en un entorno de verdes parajes. Una visita que resulta un agradable paseo histórico que permite disfrutar de privilegiadas vistas. Destaca una torre con una almena conocida como “Torre de la Virgen” por la que según cuenta la leyenda, una novia se quitó la vida saltando de la torre al enterarse del asesinato de su novio por la familia de esta y de querer encerrarla en un convento.

Como hemos comentado, existe la opción de alquilar una bicicleta para llegar al castillo pedaleando desde Bratislava.
Por otro lado a 15 kilómetros de la capital eslovaca, se halla el Danubiana Meulensteen Art Museum. Exactamente en el triángulo de países formado por Eslovaquia, Austria y Hungría. Este museo de arte moderno se ubica en un impresionante edificio, siendo sus alrededores una obra maestra de la arquitectura con un precioso jardín y pasillos en el centro de río Danubio. Tiene un restaurante exterior e interior y cuenta con un parque natural de 8.000 metros cuadrados donde se presenta una gran variedad de trabajos escultóricos. Un sitio muy agradable para pasar una tarde atípica.
Se puede llegar en automóvil, transporte público o bicicleta desde Bratislava. El techo del museo ofrece una vista única de la ciudad, los Pequeños Cárpatos y el majestuoso río Danubio.

GASTRONOMIA
Bratislava sorprende también por su gastronomía que, aunque influenciada por la cocina austriaca, húngara y checa, ha adquirido su propio sello de identidad.
Es un país de sabrosas sopas, como la de ajo (moderado) o la de col. Se sirven en el hueco de una hogaza de pan previamente vaciada y que podemos comer, acompañando a segundos platos. El plato estrella es el contundente Bryndzové halusky, que consiste en gustosos ñoquis de patata cubiertos con queso de oveja y tacos de beicon, que aconsejamos compartir acompañado con la deliciosa cerveza local. También el Pirohy, especie de empanadillas de pasta rellenas de queso de oveja llamado Bryndza. No podemos olvidar el célebre Gulasch en sus dos variantes, en sopa o en salsa. Los pescados como la trucha o la carpa, el conejo o chuleta de cerdo condimentada y el pato, forman parte también del menú tradicional. Todo ello regado de los magníficos vinos eslovacos cuya calidad cada vez es más apreciada y reconocida, sin olvidar el afamado vino espumoso J.E. Hubert.
Os dejamos algunas recomendaciones de restaurantes para degustar tan sabrosos platos. Restaurante Prasná Basta, Restaurante Modra Hvieza, al pie del castillo o el Koliba Kamzík.
Aunque el que más nos gustó fue el Slovak Pub, templo de la gastronomía eslovaca. Ubicado en un antiguo edificio, alberga acogedores salones, patios y terrazas. Su carta ofrece un plato degustación de comida tradicional. No dejes de probar su rica cerveza artesanal. Algo muy importante: la carta tiene las fotos de todos los platos. En general, los restaurantes eslovacos suelen tener precios asequibles.
También mencionar el Sky Bar and Restaurant que ofrece además de cocteles elaborados, una gastronomía gourmet con sabores tradicionales y unas bonitas vistas para una velada muy romántica. Aconsejable subir a probar, al menos uno de sus extraordinarios cocteles y disfrutar de la caída del sol.

Del mismo modo en el casco histórico el Pressburg Bajgel es una pequeña tienda de parada obligatoria en la que probar los deliciosos pasteles y dulces “Pressburg Bajgel” rellenos de almendras o de semillas de amapola. Nosotros lo hicimos con una Kofola… ¿Qué es? Sigue leyendo…
CURIOSIDADES Y LEYENDAS
¿Sabías que Bratislava tiene su propia Coca-Cola? Se llama Kofola, tiene un extraño sabor y fue el sustituto a la cola de la época socialista. No hemos encontrado Coca-Cola en toda la ciudad, así que… sí… tienes que probar la Kofola, nosotros al final, nos acostumbramos a su extraño sabor.
Bratislava y Viena son las dos capitales muy cercanas con dos fronteras inmediatas. Bratislava es un punto estratégico en el medio de tres fronteras, la austríaca, la eslovaca y la húngara, pudiendo pasar a tres países europeos en un santiamén.
Konditorei Kormuth, es una cafetería-pastelería con una decoración singular. Fácil de encontrar en el centro histórico, su escaparate de marionetas mecánicas de reposteros en movimiento llama la atención de cualquiera. Su interior, con una decoración de un lujoso palacio vaticano invita a tomarse un café en tacitas de porcelana acompañado de algún un delicioso pastel. Es un poco caro ya que la consumición mínima es de 10€, pero la experiencia quizá lo valga.
Oculta por la calle de Panská , en una hornacilla sobre la fachada de una heladería, asoma una estatuilla de piedra de un hombre que mira sin pudor a la gente que pasa. Se le conoce como Posmievačik que significa «burlón», un espeluznante hombrecito en el que parece estar sentado en sus partes íntimas de gran tamaño. Ha habido muchas historias que especulan sobre su origen que se cree que se remonta a la Edad Media. Una de ellas cuenta que se puso allí para burlarse del antiguo propietario del edificio, que espiaba a todos desde su ventanal. Otra relata el cortejo fallido de un borracho a la esposa de su vecino. La estatuilla ridiculizaba su comportamiento inapropiado, lo que provocó que el hombre se fuera de la ciudad por vergüenza. Hemos encontrado una tercera versión que dice que dos solteros se enamoraron perdidamente de cierta chica que era muy indecisa. Finalmente, decidió darle la mano a quien quisiera construirle una casa. El joven, que triunfó en la lucha, colocó una pequeña estatua en la fachada de su casa, en recuerdo de la amarga derrota. Hay más historias pero nadie parece conocer los verdaderos antecedentes de Posmievačik, y pocos lugareños saben siquiera de su existencia. En definitiva se puede elegir la que más te cuadre.
LAS FARMACIAS DE BRATISLAVA
Curiosamente la ciudad alberga farmacias que forman parte de su historia. Frente a la Catedral de San Martin, no pasará desapercibido la fachada neorrenacentista de un edificio que albergó una antigua farmacia, Pharmacy Salvator, construido por el farmacéutico Rudolf Adler en 1904. Un monumento culturalmente protegido que invita a observar los detalles. Solo después de que el Ayuntamiento de Bratislava adquiriera el icónico edificio surgió la esperanza de que la farmacia pudiera volver a su aspecto anterior.
Asimismo y aunque es muy nueva, no dejéis de pasar por Martin Pharmacia en la calle Panská 33, la belleza de su exquisita decoración es realmente sorprendente. Os encantará, es una preciosidad.
Y por último, Lekáreň u Zlatého Grifa, la farmacia histórica más antigua de Eslovaquia que sigue atendiendo al público, entra a echar un vistazo… aunque no compres nada.
Como colofón nos topamos con el Museo de la Farmacia en la calle Michalská que nos muestra la historia de estos establecimientos a lo largo de los siglos. Está alojado en parte de una antigua farmacia llamado el “cangrejo rojo”, mencionada por primera vez en el siglo XVI. La exposición incluye el mobiliario original de los siglos XVIII al XX, así como colecciones de platos e instrumentos para la preparación de medicamentos.
LEYENDAS
Las leyendas añaden un toque mágico y misterioso a la rica historia de Bratislava y la hacen aún más atractiva. Y aunque las leyendas, son solo cuentos y mitos transmitidos a lo largo de los años, resultan cautivadoras. Aquí os dejamos algunas:
La leyenda del hombre del Danubio
Hace muchos años, en la ciudad de Bratislava, vivía un hombre llamado Juraj que pasaba la mayor parte de su tiempo cerca del río Danubio. Era un pescador hábil y conocía a todos los rincones del río. Un día, mientras pescaba en su bote en aguas del Danubio, una tormenta inesperada se desató sobre la ciudad. Los vientos huracanados y la lluvia torrencial hacían que el rio se volviera violento y peligroso. Juraj luchó desesperadamente por regresar a la orilla, pero el bote se volcó y cayó al agua. A pesar de sus mejores esfuerzos, fue arrastrado por la corriente y se sumergió en las profundidades oscuras del río. Los aldeanos buscaban a Juraj, pero nunca encontraron su cuerpo. Sin embargo, desde aquel día, la gente aseguró haber visto una figura misteriosa emergiendo del agua en noches tormentosas. Se decía que era el espíritu de Juraj, el hombre del Danubio, que volvía para advertir a los pescadores y navegantes sobre los peligros del río durante las tormentas.
La leyenda perduró durante generaciones y, a lo largo de los años, los pescadores de Bratislava cuentan historias sobre cómo el espíritu de Juraj había salvado a algunos de ellos de encuentros mortales con el río. Desde entonces, los habitantes de la ciudad respetan y temen al río Danubio y siempre se mantienen alerta durante las tormentas.
La leyenda del Puente del Diablo
Hace muchos siglos, cuando Bratislava era una pequeña ciudad con calles empedradas y casas de madera, se construyó un hermoso puente de piedra que cruzaba el río Danubio. Este puente se convirtió en el corazón de la ciudad, uniendo a la gente y facilitando el comercio entre las orillas. Sin embargo, había algo inusual en este puente. Se decía que el arquitecto que lo había pensado había hecho un pacto con el diablo para obtener ayuda en su construcción a cambio de una condición: el alma de la primera persona que cruzara el puente una vez terminado.
El arquitecto, tentado por la oferta del diablo y creyendo que podría engañarle, consiguió el trato. Cuando el puente estuvo terminado, el diablo se presentó ante él para reclamar lo que se le había prometido. El arquitecto, sin embargo, ingeniosamente pensado en una estratagema para evitar entregar su alma. Tomó un pan y lo lanzó al otro lado del puente, donde un perro hambriento lo reconoció y cruzó el puente antes que cualquier otra persona.
El diablo, enfurecido por haber sido engañado, desapareció en una nube de humo y nunca más se le volvió a ver cerca del puente. Desde entonces, el puente fue conocido como el «Puente del Diablo».
Aunque esta es solo una de las muchas leyendas que rodean a la encantadora ciudad de Bratislava, el Puente del Diablo sigue siendo una atracción turística popular y un recordatorio de la rica historia y folclore que han dado forma a esta antigua ciudad a orillas del Danubio.
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Visitar Bratislava en el viaje a Viena ha sido todo un acierto. Una apacible y encantadora ciudad de cuento, un tesoro escondido donde dejarse llevar y explorar sin prisa…






























