JAPÓN IV: Hiroshima y Miyajima

Fecha: 16 de noviembre de 2019 – Actualizado: 27 de septiembre de 2023
En anteriores artículos que están disponibles en www.evasiondiez.com, contamos nuestras experiencias en la ruta que realizamos por Japón. En la primera parada, hablamos de Tokio y dejamos algunos consejos útiles que hay que saber antes de emprender el viaje. En este nuevo reportaje continuamos narrando nuestros últimos días en el país: la visita a Hiroshima y la escapada a Miyajima.
Por Nuria Araguás y A.B.S. Fotos ©Hiroshima Convention & Visitors Bureau y ©Evasión
Hiroshima, la Ciudad de la Paz
Situada al oeste de Japón, Hiroshima pasó a la historia desgraciadamente por haber sido la primera ciudad en la que estalló una bomba atómica. Renacida de las cenizas, hoy en día, es un lugar que induce a la reflexión sobre lo que el ser humano es capaz de hacer, y bien merece una parada. Una excelente elección además, por estar situada en el trayecto a uno de los lugares más mágicos, Miyajima.

Desde la estación de Shin-Osaka, nuestro último emplazamiento, y de nuevo con la tarjeta JR Pass, en 1 hora y 45 minutos llegamos a la estación de Hiroshima.
Nos ubicamos en un hotel cercano a El Parque de la Paz. Este parque conmemorativo, de 122.000 metros cuadrados, es símbolo de concordia y lugar de recreo de los ciudadanos. Está situado, en lo que durante la era Meiji (1868-1912), fue el distrito de Nakajima.
Nakajima era el centro político, administrativo y comercial y fue sobre este lugar, donde cayó la primera bomba nuclear bautizada como “Little Boy”.

En el extremo noroeste del parque, se halla el monumento más conocido y quizá uno de los más tristes del mundo, La Cúpula de la Bomba Atómica o Genbaku, nombrado en 1996, Patrimonio de la Humanidad. Esta derruida edificación, fue el Salón de Promoción Industrial de la Prefectura de Hiroshima. Es la única construcción que sobrevivió a la explosión y que se ha mantenido sin cambios como testimonio de la catástrofe. Recorrerlo resulta sobrecogedor al imaginar lo que allí pudo acontecer.
En la zona sur del parque se alinean tres importantes edificios: el Centro Internacional de Conferencias, el edificio del Este y el Museo Conmemorativo de la Paz. En estos dos últimos, encontramos una exposición de lo que fue la ciudad antes y después del bombardeo. Una cita obligada y estremecedora que nos ilustra sobre la historia, desde la construcción de la bomba, hasta la destrucción de Hiroshima a las 8.15 h. del 6 de agosto de 1945. El museo, muestra y recopila una colección de objetos que dejaron las víctimas, fotografías y documentos que revelan el desastre. Asimismo, conserva testimonios de los supervivientes y pone de manifiesto el mensaje de la ciudad de Hiroshima, que anhela una sociedad pacífica sin armas nucleares.

Entre los numerosos monumentos, destaca el Monumento por la Paz de los Niños Caídos. Está inspirado en la bella, pero triste historia de Sadako Sasaki, cuya figura encontramos en el pedestal, posando con una grulla de papel. Sadako Sasaki es una niña que sobrevivió al impacto de la bomba, pero contrajo leucemia al haber estado expuesta desde los dos años a sus efectos. Comenzó a hacer grullas de papel, ya que según una leyenda japonesa, “tu mayor deseo se hará realidad si construyes mil grullas de origami”. La niña completó el número, pero por desgracia falleció. Fue entonces cuando sus compañeros de colegio, decidieron hacer un llamamiento para construir un monumento en conmemoración a todos los niños que murieron a causa de la bomba. Encontraremos miles de grullas de papel de colores que tanto visitantes como ciudadanos dejan en su homenaje.

En la parte central del parque, se ha instalado el Cenotafio y La Llama de la Paz. El Cenotafio consiste en una estructura de piedra cubierta con un arco que contiene los nombres de las víctimas. La Llama, invita de nuevo a la meditación, y sólo se apagará el día en que desaparezcan las armas nucleares en el mundo.

Al este, encontramos la Sala Nacional de la Paz, en memoria a las víctimas, donde se puede velar y recordarlas. El listado y las fotografías, nos transmiten la dimensión de la destrucción. Alberga una sala de consultas de relatos personales y experiencias.
El parque también nos presenta La Campana de la Paz, un gran carillón que podemos tocar para que su sonido llegue a todas las naciones de la tierra como símbolo de aspiración a vivir en paz y de nuevo, sin armas nucleares.

Pero Hiroshima, aparte de este capítulo negro, que no se debe olvidar, tiene mucha belleza que ofrecer. El “Castillo de la carpa”, que debe su nombre a su exterior pintado de negro, que recuerda a una carpa negra, fue construido en el s. XVI por el señor de la región Mori Terumoto. También destruido por el ataque nuclear, fue reconstruido de idéntica manera en 1958. La Torre de cinco pisos, sirve en la actualidad de museo sobre la historia y cultura de Hiroshima, y tanto el castillo como los alrededores son un parque público. Ofrece un mirador desde su piso más alto con unas espectaculares vistas del puerto y de la isla de Miyajima. Si se dispone de tiempo, es un bonito lugar que nos deja fotografías asombrosas. Se encuentra a 10 minutos en tranvía o autobús de la estación de tren.
Para moverse por la ciudad, es conveniente coger el bus turístico que sale desde la misma entrada de la estación y recorre los principales lugares de interés, realizando las correspondientes paradas. Con la tarjeta JR Pass, es gratuito.
Otro lugar para visitar es el Jardín Shukkeien. Este jardín de 4 hectáreas fue diseñado en 1620 por el señor feudal de la región, Nagaakira Asano. Se encuentra cerca del río Kyobashi, del que recibe el agua para su estanque y sus cascadas. Con un estanque central, esconde bonitos rincones y casas de té donde disfrutar del sosiego que proporciona el entorno.

También se pueden visitar algunos museos, como el Bellas Artes o el Museo Contemporáneo de la ciudad, este último situado en el Parque de Hiyajima, una colina plantada de cerezos desde donde se tiene una hermosa vista panorámica, el museo expone obras de los artistas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, japoneses y extranjeros.

¡¡Ah!! Y, por último, no te puedes ir de Hiroshima sin haber probado uno de sus platos estrella y más populares: el okonomiyaki. Una especie de tortilla redonda donde los ingredientes son muy variados y los puedes elegir. Se adereza con distintas salsas y condimentos. Se suele servir sobre una gran plancha caliente ante la que tomas asiento. Es muy sabroso y apto para todos los bolsillos. Uno de los restaurantes más conocidos y célebres de este plato es el Restaurante Nagata-ya, muy cerca de El Parque de la Paz.
Recomendamos ir temprano ya que se forman colas. La ubicación es Naka Ward, Otemachi, 1-7-19.

La Isla de Miyajima, uno de los lugares más bellos de Japón
Desde la estación de Hiroshima, y de nuevo con la eficiente tarjeta JR Pass en aproximadamente 25 minutos llegamos a la Estación de Miyajimaguchi, y tras 5 minutos andando, nos plantamos en el embarcadero, donde subimos al ferry que sale cada 10 minutos, al puerto de Miyajima. Es muy fácil, está indicado y no tiene pérdida.

Conocida popularmente como Miyajima, Itsukushima es una isla ubicada dentro de la Bahía de Hiroshima. Siempre ha sido un lugar sagrado, pues en el año 593 se estableció allí el célebre Santuario de Itsukushima, que se halla a unos 12 minutos desde la terminal del ferry. Este Santuario, Patrimonio de la Humanidad, y su gran torii son símbolo de la isla. El santuario mantiene el estilo arquitectónico Shinden, típico del periodo Heian de la historia japonesa (de los años 794 a 1185) y se compone de un templo principal y varios secundarios que se están conectados por puentes y galerías. Lo que le hace bello es que está parcialmente construido sobre el agua, ya que está dedicado a la diosa guardiana de los mares. El grandioso torii bermellón, es la entrada al santuario que se encuentra a unos 200 metros. Con la marea alta parece flotar sobre las aguas. Es posible acceder a su base, a pie, cuando baja la marea. Es algo fantástico y un lugar inolvidable, en especial con la luz del atardecer.

Sus numerosos puntos históricos, la belleza de los paisajes y rutas de senderismo hacen de esta isla un destino muy popular que atrae a muchos visitantes tanto nacionales como internacionales.
En una pequeña colina muy cerca del Santuario de Itsukushima, se encuentra el Santuario de Hokoku (1587) junto a la colorida Pagoda de Cinco Pisos. Senjokaku es el nombre de la sala principal de este templo, que fue construida por iniciativa de una de las figuras más famosas de la historia de Japón, el shogun Toyotomi Hideyoshi (1536-1598) y estuvo dedicada a la lectura de los sutras. No se pudo terminar debido al fallecimiento del shogun. El bonito pabellón de madera rústica encierra un asombroso techo decorado. Es el edificio más alto de la isla, y tiene una superficie de 857 tatamis («Senjokaku» significa literalmente «pabellón de los mil tatamis»). Este punto es además el inicio de la subida al Monte Misen.

Detrás del Santuario de Itsukushima, se extiende el Parque Momijidani (valle de los árboles de arce) que nos ofrece entre cervatillos y conejos, la asombrosa variedad de matices en rojo de las hojas de arce en otoño. Desde la primavera hasta comienzos de verano, nos muestra otra maravilla, los cerezos en flor. Un parque con encantadores detalles por el que tendrás que pasar para acceder al teleférico que conduce a la cima del Monte Misen (estación de Shishiwa). El Monte Misen se eleva a 535 metros sobre el nivel del mar, siendo la montaña sagrada desde tiempos remotos, más alta de la isla. Desde la cumbre ofrece unas vistas espectaculares.

Otra de las rutas al Monte Misen nos lleva al Templo budista Daishō-in. Este es uno de los templos más distinguidos que ejerce como sede de la rama Omuro de escuela Shingon del budismo. Estuvo hasta la Restauración Meiji (1868) a cargo de la administración y ceremonias del Santuario de Itsukushima. Entre la exuberante vegetación, atractivos pabellones, pagodas y numerosas estatuas de buda, se alinean a largo de la montaña. El bosque cubre la mayor parte de la zona rodeando casi todos los edificios del Daishō-in, albergando rincones encantadores.
En Miyajima disfrutamos de la tradición, la historia y la cultura. También contemplamos la artesanía y degustamos las delicias de la gastronomía local. Entre ellas, la anguila asada, servida sobre arroz, y las ostras que las preparan de varias maneras. El dulce más popular es el “momiji manju”. Se trata de una especie de pastelito en forma de hoja de arce que encierra todo tipo de relleno. Es delicioso, y uno de los souvenirs estrella para llevarnos un dulce recuerdo. También los objetos hechos de madera, como cucharones grabados o fascinantes muñecas de papel, son muy buena opción. Recomendamos pasar por el Centro de Artesanía de Miyajima, que se encuentra detrás del puerto.

Mientras que en la calle Omotesando la hallamos repleta de turistas y tiendas de regalos, la calle adyacente, Machiya, nos presenta una vista de la vida local, con una hilera de casas centenarias y otras edificaciones que combinan la arquitectura histórica y el estilo moderno.
También se puede visitar el Pabellón del Tesoro, un museo que exhibe alrededor de 3.500 piezas que fueron ofrecidas para traer la prosperidad al clan Taira: objetos de arte, valiosos textos literarios, armas, máscaras e instrumentos musicales. De ellos, 130 son tesoros nacionales o bienes culturales importantes.

Es muy aconsejable antes de organizar y emprender el viaje a Japón, dirigirse a la Oficina Nacional de Turismo de Japón en Madrid, que dispone de mapas de las rutas turísticas de Miyajima e información en español. Está en C/ Carrera de S. Jerónimo, 15, 3ºC, 28014 Madrid. Puedes encontrar más información en https://www.turismo-japon.es.

Una recomendación: Miyajima es una buena elección para alojarse en un ryokan (hotel tradicional japonés), donde poder disfrutar de la impresionante belleza de estos parajes al amanecer, al atardecer, con la marea alta y con la marea baja.
Además, al caer el sol es un entorno ideal para deleitarse, lejos de las aglomeraciones diurnas, del relax y la tranquilidad de este mágico lugar.Una experiencia maravillosa en un enclave excepcional.
































































