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septiembre 21, 2023
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TRUJILLO de EXTREMADURA

Fecha: 15 de julio de 2015

La ciudad de Trujillo, situada a 50 kms. al este de la capital de la provincia, se asienta sobre un batolito granítico y se emplaza en el antiguo camino de Madrid. Se trata de un importante complejo urbano conformado a partir de diferentes épocas y mentalidades arquitectónico-urbanísticas, cuyos testimonios han hecho de ella una de las más importantes ciudades del mundo. La impresión que se lleva el viajero cuando se acerca a Trujillo es la de encontrarse ante un medieval barco varado en un cerro de canchales. La ciudad se eleva orgullosa y vigilante sobre una sorprendente y hermosa protuberancia granítica, sobre un insólito berrocal.

“Si fueres a Trujillo, por donde entrares, hallarás una lengua de berrocales”

Texto: José Antonio Ramos Rubio, Director de Turismo. Fotos: Turismo Trujillo


La ciudad de Trujillo, situada a 50 kms. al este de la capital de la provincia, se asienta sobre un batolito granítico y se emplaza en el antiguo camino de Madrid. Se trata de un importante complejo urbano conformado a partir de diferentes épocas y mentalidades arquitectónico-urbanísticas, cuyos testimonios han hecho de ella una de las más importantes ciudades del mundo. La impresión que se lleva el viajero cuando se acerca a Trujillo es la de encontrarse ante un medieval barco varado en un cerro de canchales. La ciudad se eleva orgullosa y vigilante sobre una sorprendente y hermosa protuberancia granítica, sobre un insólito berrocal.

Es Trujillo una ciudad abierta, clara, confortable, regularmente bien urbanizada, apacible y que da una cierta sensación de bienestar de hidalgo campesino. Así era y así es Trujillo: Un centro de encuentro entre razas y culturas edificado sobre el cerro “Cabezo de Zorro” para dominar en llano unos límites que están rayados entre el Tajo y el Guadiana.

La población trujillana se reparte entre la ciudad de Trujillo propiamente dicha y los cuatro arrabales dependientes de su jurisdicción municipal. Se trata de las localidades de Huertas de Animas, Huertas de la Magdalena, Belén y San Clemente. Con testimonios ya desde el Neolítico, estos arrabales han estado poblados por un vecindario fundamentalmente agrícola que se asentó sobre fértiles vegas como las de Papalbas, Valfermoso o Mimbreras.

Trujillo es el antiguo Turgalium romano, población de suma importancia tributaria de Norba Caesarina. 

Después de una época paleocristiana y visigoda, como queda constancia por los restos de una basílica, tras muros de la puerta de Coria; la dominación musulmana hace de Trujillo un importante enclave, que sólidamente fructificado, mantendrá una notable actividad, siendo testimonio de ella el mercado ganadero que se celebrara en la zona extramuros sobre la que después se habría de urbanizar la actual Plaza Mayor. Hacia el año 900 se inician las obras del Castillo y en el siglo XI  están definitivamente configuradas las murallas. 

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Castillo

Tras la reconquista del año 1233 la villa es definitivamente recuperada por las huestes cristianas de Fernando III. A partir de entonces Trujillo comienza a conocer tiempos de prosperidad, fomentada por los reyes con repoblaciones, exenciones tributarias, privilegios mercantiles y otros incentivos propios de los tiempos y las necesidades gobernantes y unificadoras. Alfonso X, decidió otorgar Fuero propio a la villa y en 1430 recibe el título de “Ciudad” por el rey Juan II. 

Hasta mediados del siglo XIV el desarrollo arquitectónico de Trujillo se concentra en el interior del recinto amurallado, en la Villa: iglesias de la Vera Cruz, San Andrés, Santiago Apóstol que conserva un magnífico crucificado del siglo XIV; la parroquia de Santa María la Mayor presentando en su ábside el retablo de Fernando Gallego, el mejor pintor cuatrocentista hispano. 

En el interior del recinto intramuros se conservan dos ejemplos del sistema de almacenamiento de agua de origen árabe. Dos sorpresas más en una villa llena de ellas. La Alberca, situada cerca de la Puerta de San Andrés, es de origen árabe. Se trata de un depósito de agua para diferentes usos, entre los que cabe citar el de abastecimiento de agua a los caños de San Lázaro y el Campo de San Juan por medio de una extensa conducción subterránea. El Aljibe de la plazuela de Altamirano es el segundo ejemplo de sistema de almacenamiento de agua, obra de tracería árabe, dispone de tres naves cubiertas con bóveda de cañón y seis arcos sostenidos por pilastras. 

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Estatua de Francisco Pizarro y Sinfonía de Torres

Ilustres protectores fueron los Reyes Católicos, que en Trujillo llegaron a vivir  largas temporadas en el Palacio de los Chaves, hasta que, en un crudo enero de 1516, sorprendiera la muerte a Fernando “El Católico” camino de Guadalupe. Y así Trujillo continuo siendo fiel compañero de la historia con la frecuente presencia de monarcas y privilegios. Como Felipe IV, que autorizase a la ciudad una Casa de la Moneda  para acuñar moneda propia.

Entre fines del siglo XV y principios del XVI tiene lugar una importante actividad arquitectónica en Trujillo. Se fundan los conventos de San Miguel, La Encarnación y San Francisco; se levanta el Rollo o Picota en el sitio del Mercadillo y se construyen las Casas Consistoriales, otros inmuebles municipales y privados van configurando la estructura y fisonomía del espacio placero.

El siglo XVI será definitivo para la historia de Trujillo por su importante participación en el descubrimiento, conquista y civilización de América. La población supera abiertamente sus antiguos límites y se expande fuera de la muralla. El desarrollo demográfico trujillano, cuya población es de 1730 vecinos en 1580 -cifra superior a la de Cáceres en la misma fecha- y el enriquecimiento de ciertos sectores como consecuencia de la empresa americana, son las circunstancias que impulsan ahora el desarrollo arquitectónico-urbanístico de Trujillo que poblará la ciudad de nuevas construcciones nobiliarias. Se ampliarán las antiguas fabricas religiosas y proporcionará a Trujillo el aspecto con que la ciudad llega al siglo XVIII. 

Villa y “ciudad” mantendrán desde ahora una evolución arquitectónica de distinto signo. Torres, aspilleras, alfices, arcos apuntados y demás elementos arquitectónicos militares y goticistas de los palacios intramuros desaparecen de arquitectura de la “ciudad”; en ésta se empleará una construcción más abierta en la que elogias y patios proporcionarán una fisonomía estructural diferente a los inmuebles. En el interior de la “villa”, el aspecto defensivo de alcázares y casas fuertes da paso a otro renacentista.

Localizándose en torno a la Plaza Mayor los ejemplos más importantes de la arquitectura nobiliaria de la Ciudad, situándose en un extremo la estatua ecuestre de Francisco Pizarro, obra de 1929 del escultor norteamericano Charles Rumsey, frente a este símbolo en bronce de la ciudad, se alza el palacio del Marqués de la Conquista, construido por Hernando Pizarro, hermano del conquistador, según las disposiciones testamentarias del conquistador del Perú. Es una construcción de estilo plateresco, con cuatro plantas rematadas por figuras que representan iconográficamente alegorías de los Vicios y las Virtudes.   Sobresale del conjunto el magnífico balcón esquinado con blasones, en el que distinguen perfectamente los bustos de Francisco Pizarro y su esposa Inés Huailas; y los de Hernando Pizarro y Francisca Pizarro Yupanqui.El encanto de esta plaza reside tanto en su tamaño, una de las más grandes de España, en lo irregular de su trazado, y en sus soportales que sustentan tanto los palacios señoriales como las casas populares.  Cada soportal tiene su propio nombre que recuerda los mercados medievales: del Pan, de las Carnecerías, del Paño y de la Verdura. Al otro extremo del palacio está la Iglesia de San Martín, de su compacto volumen exterior sobresalen las torrres del Reloj y de las Campanas. Al interior del edificio se accede a través de la puerta abierta a los pies, con columnas dóricas sobre pedestales, que sustentan entablamento y frontón  en cuyo tímpano campea el escudo del obispo placentino don Pedro Ponce de León, bajo cuyo pontificado (1560-1573) finalizaron las obras del templo, interviniendo en ella los canteros Cabrera, Alonso Becerra y su hijo Francisco Becerra, primera referencia artística del que sería gran arquitecto en América. La puerta del mediodía se conoce con el nombre de Puerta de las Limas, por tomarse como tales las granadas que aparecen en la rosca del arco trilobulado de la misma. El templo conserva en su interior un órgano barroco fabricado entre los años 1759 y 1762 por el organero de Llerena Antonio de Larrea y Galarza. Bienes muebles de interés artístico como el Cristo de la Salud, que destaca por su belleza plástica, obra del siglo XV, siendo la obra más importante del templo la imagen de una Virgen románica que procede de la ermita templaria de Nuestra Señora de la Coronada. 

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Palacio Juan Pizarro Orellana

Frente a la iglesia, se alza majestuoso el palacio Ducal de San Carlos,  sobre la primitiva casa solariega de la alianza entre los linajes Vargas y Carvajal, a cuyo entronque familiar se concede en el siglo XVIII el ducado de San Carlos. Las obras del palacio comienzan a mediados del siglo XVI, prolongándose a lo largo del siguiente. Remata todo el conjunto voluminosas y singulares chimeneas que destacan sobre la cubierta. Están fabricadas a base de ladrillo y poseen una estructura turriforme que remata en cuerpos volados de pintoresca y dispar tipología. En su interior, se puede visitar el hermoso patio plateresco y la escalera volada, obra del arquitecto Antonio Viera. 

En el portal alto de la Plaza y junto a otras casas nobles como las de los Cervantes Gaetes, Bejarano, sobresale la mansión de los Chaves-Orellana, también llamada “Casa de la Cadena”, nombre recibido por la que cuelga sobre la puerta como símbolo de la estancia de Felipe II en 1583 de paso a Portugal. La fachada muestra hoy un aspecto diferente al original, pues la reforma que sufre el edificio en el siglo XIX y la reconstrucción actual para convertirla en Hostal, han hecho desaparecer la logia que en el último piso se abría a la Plaza, como puede apreciarse en algunos grabados de principios del siglo pasado. Al palacio pertenece la llamada “torre del Alfiler” que es un baluarte castrense en cuyo interior destaca el Centro de Interpretación de la Historia de la Ciudad. 

Hemos de destacar el palacio de Juan Pizarro Orellana, obra de los arquitectos Alonso y Francisco Becerra construida en la segunda mitad del siglo XVI a iniciativa del que fuera primer corregidor de la ciudad de Cuzco, Juan Pizarro Orellana, con su atractivo  patio plateresco de dos pisos, decorado con zapatas con rosetas y entre los balaustres pétreos del antepecho se disponen alternadamente los escudos de los Pizarro y los Orellana, sostenidos por diferentes angelotes. Aquí estuvo la Casa de Contratación para afiliarse los viajeros hacia América y sobre su techo encontró hospitalidad Miguel de Cervantes cuando de regreso de Portugal a Madrid en 1582, descansó en Trujillo, teniendo agradecidos recuerdos para la familia Pizarro Orellana en los capítulos IV y VI del libro III de “Trabajos de Persiles y Segismunda”.


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