LISBOA: LA CIUDAD DE LAS SIETE COLINAS

Fecha: 8 de septiembre de 2019 – Actualizado: 29 de septiembre de 2023
Teniendo como telón de fondo el Océano Atlántico, esta ciudad histórica se halla construida sobre un conjunto de colinas, cuya grandiosidad reside en las increíbles panorámicas que nos ofrecen. Se trata de una ciudad segura, hospitalaria y de rica y variada gastronomía, cuyo plato estrella, el bacalao, se cocina de mil maneras. La calzada, las azoteas de tejas rojas y los azulejos en las construcciones, definen el estilo peculiar e inconfundible portugués.. Es, sin lugar a dudas una de las ciudades más pintorescas de Europa. Lisboa nos ha cautivado.
Por Nuria Araguás y A.B.S. Fotos ©Evasión
Situada en la desembocadura del Tajo es la capital más antigua del Oeste de Europa. Su puerto se constituye desde el s. XV en uno de los más importantes del mundo y el lugar desde donde parten la mayoría de las expediciones portuguesas de la Era de los Descubrimientos, incluyendo la salida de Vasco da Gama hacia la India en 1497.
En 1755, «El Gran Terremoto» asola la ciudad, y da la oportunidad al Marqués de Pombal de reconstruir La Baixa, su actual y popular centro histórico.
En 1998 fue la sede de la Exposición Universal y ese mismo año, un enorme incendio arrasó el barrio de El Chiado, uno de los barrios más variopintos de la capital portuguesa.
El centro de Lisboa está asentado sobre colinas, lo que implica calles bastante empinadas y estrechas, y en las que no se permite la circulación de vehículos. La manera más genuina para subir y bajar las inclinadas pendientes que ofrece la ciudad, son los elevadores. Subir en un elevador es, al igual que montar en un tranvía, una experiencia lisboeta que hay que probar. En algunos casos, se trata de pequeños y antiguos funiculares que están considerados Patrimonio Nacional.
La ciudad se sirve de cuatro elevadores-funiculares, todos diseñados por Raoul Mesnier de Ponsard.
El Elevador do Lavra, es el más antiguo (1884), conecta la calle Câmara Pestana con Largo da Anunciada (perpendicular a la Avenida de la Liberdade). Muy cerca, en el Jardim do Torel se disfruta de una bella panorámica.
El Elevador da Glória que comunica desde 1885 la Plaza de los Restauradores con el Barrio Alto. Se trata de un elevador que no puedes perderte, ya que desde el mirador de San Pedro de Alcántara situado en la parte superior se puede observar otra magnífica vista de la ciudad.
BAIXA
El Elevador da Bica (1892) en su ascenso hacia el Barrio Alto, recorre la Rua da Bica de Duarte Belo desde las cercanías de Cais do Sodré. El recorrido es encantador, es muy corto y sube lentamente entre casas antiguas de pequeños balcones, tabernas y gente local charlando a las puertas de sus viviendas. Es nuestro favorito, y está poco frecuentado por turistas. Al final del empinado trayecto, en el Mirador de Santa Catalina, podemos admirar el esplendor del río Tajo.
Pero el elevador más famoso y que puede pasar desapercibido, al encontrarse en una callejuela de la zona centro, es El Elevador de Santa Justa. Un curioso ascensor inaugurado en 1902 y una de las formas más rápidas de llegar del barrio de La Baixa al Barrio Alto que se ha convertido en una atracción turística. De estilo neogótico y de hierro forjado, está inspirado en técnicas francesas, fue construido también por Raoul Mesnier de Ponsard, un seguidor del arquitecto francés Gustave Eiffel.
Presenta unas vistas envidiables y lleva en pie más de un siglo. Al ser el más turístico tiene grandes colas, pero una vez arriba…, ¡a recrearse por el bohemio barrio de Chiado!
LOS BARRIOS MÁS EMBLEMÁTICOS DE LISBOA
Los barrios de Lisboa definen el estilo único de la ciudad. Recorrerlos es un imprescindible. En éstos se encuentran los principales puntos de interés y la esencia de la capital portuguesa.
La Baixa
Este barrio constituye en corazón del casco antiguo, está ubicado entre la colina del Castillo de San Jorge y la de Barrio Alto. Es una la zona a orillas del río que comienza en la colosal Plaza del Comercio, que nos muestra el esplendor de la ciudad en el s.XVIII.
ALFAMA
Una zona ideal para disfrutar callejeando a la que se accede por el Arco del Triunfo de Rua Augusta, que simboliza la fuerza ante las consecuencias del Gran Terremoto de 1755. Se puede subir a este monumento para ver vistas de la Baixa y del Tajo. Hallamos también fabulosas plazas como la Plaza de los Restauradores, la Plaza del Rossio y la del Marqués de Pombal. Increíblemente, es una zona sin casi pendientes.
El Chiado
Punto de reunión de personajes literarios a finales del siglo XIX y principios del XX, es actualmente un barrio bohemio. Las ruinas de la Iglesia do Carmo destruida durante el Gran Terremoto marcan la entrada al Chiado desde la Baixa. Por detrás de las ruinas de la Iglesia encontramos el elevador de Santa Justa y unas maravillosas vistas al Castillo de San Jorge. El trágico incendio de 1988 acabó con gran parte del barrio y fueron rehabilitados numerosos edificios históricos. Hoy en día encontramos por sus calles todo tipo de tiendas tradicionales, que nos ofrecen productos de la vida portuguesa y comercios de marcas conocidas. Cafeterías, restaurantes y el centro comercial Armazéns hacen de este barrio uno de los más animados.
En Rua Garrett antiguas librerías hacen las delicias de los amantes de los libros. La más visitada, por estar considerada la más antigua del mundo, es la Livraria Bertrand fundada en 1732. La Plaza Luís de Camões es el centro neurálgico del barrio. Una de las estatuas más fotografiadas es la estatua de Fernando Pessoa que se encuentra en el famoso Café A Brasileira.
El Museo Nacional de Arte Contemporáneo también se ubica en este barrio.
El Barrio Alto
Es otro de los más antiguos de angostas calles estrechas y casas con llamativos azulejos. Un lugar tranquilo y residencial de día y muy animado y bullicioso de noche, donde la gente sale a cenar y divertirse.
El Mirador de San Pedro de Alcántara, es uno de los preferidos, ya que las vistan abarcan los lugares más emblemáticos de Lisboa. Está rodeado de bonitos jardines y con la luz de la tarde presenta un magnífico escenario de la ciudad a nuestros pies. Un espacio relajante y romántico que alberga un quiosco para tomar algo mientras se disfruta del espectacular atardecer.
Alfama
Antiguo hogar de pescadores, es actualmente es uno de los más famosos. Se sitúa bajo el Castillo de San Jorge y es la cuna de la música “fado”. El fado es el canto popular del s. XVIII. Canciones emotivas que manifiestan el sentir lusitano a ritmo de los acordes melancólicos de la guitarra portuguesa. Ha sido declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad en 2011.
Alfama es un laberinto de callejuelas, viviendas de ropa colgando y edificios de baldosas, que dotan a esta vecindad de una cierta melancolía y romanticismo. Está repleto de tascas donde degustar la auténtica gastronomía lisboeta con un buen vino del país mientras el fado suena por los rincones. El barrio ofrece su idiosincrasia a partir de las 20:00h. en el que suelen empezar las actuaciones mientras se cena. El tranvía 28 nos deja en la parte alta. Es sin duda un lugar para perderse.
Aunque hay actuaciones de fado en muchos restaurantes y tabernas, en un bar como “A Baiuca” o “El Pateo de Alfama”, además aseguras una sabrosa cocina tradicional. Hay que reservar, ya que el sitio no es muy grande. Lo mismo ocurre en “Tasca Bela”, pero advertimos que en esta taberna, se permite fumar.
También encontramos en Alfama increíbles miradores, como el de Gracia, Santa Luzia y Senhora do Monte.
Se llama Castelo a la zona de los alrededores del Castillo de San Jorge, pegado al barrio de Alfama. El Castillo de San Jorge, es uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad y se halla situado en la colina más elevada por lo que proporciona una de las mejores vistas sobre la zona y del estuario del río Tajo. Construido por los musulmanes a mediados del s.XI, fue un reducto defensivo de las élites que habitaban entonces. Actualmente ocupa un área de 6.000 metros cuadrados y cuenta con 10 torres. Es sin duda uno de los monumentos portugueses con más valor patrimonial e histórico del país. Merece la pena subir a ver el atardecer y el encendido de las luces de la ciudad y descubrir la panorámica que ofrecen cada una de las torres. Es una maravilla.
Desde la Torre Este destaca la gran cúpula del Panteón Nacional, que bien merece una visita. Acoge las tumbas de grandes personajes de la historia de Portugal y ocupa el edificio originalmente destinado a la iglesia de Santa Engracia. Bajo la moderna cúpula, el espacio majestuoso de la nave está decorado de mármoles de distintos colores, característica de la arquitectura barroca portuguesa. Es un elemento referencial en el perfil de la ciudad y ofrece también otras vistas privilegiadas sobre la zona histórica.
Uno de los restaurantes favoritos de este barrio se llama “Claras em Castelo” pero hay que realizar una reserva previa para degustar su cocina.
Belém
Al oeste de la ciudad se sitúa el barrio de Belém en el que se ubican monumentos de interés turístico como la Torre de Belém, el Monumento a los Descubridores, el Monasterio de los Jerónimos y la Fábrica de los famosos Pasteles de Belém.
Todos ellos en una zona de agradable paseo frente a las orillas del Tajo.
El Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belém son edificaciones del estilo gótico manuelino, llamado así porque se desarrolla en el reinado de Manuel I de Portugal (1495-1521).
La Torre de Belém es una joya de la arquitectura portuguesa. Data del siglo XVI y nació como estructura defensiva del estuario del Tajo. Una mezcla impresionante de arte islámico, veneciano y portugués. En su origen debía a estar rodeada totalmente por el agua. Es una maravilla y uno de los lugares mas fotografiados de Lisboa. El exterior merece más la pena que el interior.
El Monumentos a los Descubridores fue erigido como homenaje a los navegantes portugueses. En concreto se construyó en 1960 para conmemorar los 500 años de la muerte de Enrique el Navegante.
El Monasterio de Los Jerónimos es un edificio de estilo manuelino que data del siglo XVI. Es Monumento Nacional y Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1983.
Para perpetuar la memoria del Infante D. Enrique, D. Manuel I decidió fundar en 1496, el Monasterio de Sta. María de Belén, por su gran devoción a Nuestra Señora y su creencia en S. Jerónimo. Más tarde fué donado a los monjes de la Orden de S. Jerónimo. Se puede visitar la iglesia del Monasterio, donde están enterrados varios reyes y personajes importantes de la cultura portuguesa, como el explorador Vasco de Gama o el poeta Luís de Camões. Pero lo más destacado es su impresionante claustro, uno de los mejores del mundo. Una visita obligada que no te puedes perder.
A pocos metros del Monasterio, se encuentra la famosa Fábrica de los Pasteles de Belém. Se trata de una inmensa cafetería de espaciosos salones, cuya especialidad son los populares pasteles de nata hechos de una receta bien guardada, otro emblema de la capital lusa. Por cierto, no son de nata. Se llama nata de los pasteles de Belem a la deliciosa y suave crema pastelera de la que van rellenos. Tomar un pastel de Belem acompañado de un café, como les gusta a los lisboetas, es otro imprescindible.
Cerca de la Fábrica, el restaurante “Os Jerónimos” nos ofrece una buena gastronomía casera.
Si nos dirigimos hacia el este, siguiendo el río, bajo el Puente 25 de Abril, se encuentran lo que eran las antiguas Docas, uno de los muelles del puerto de Lisboa. Una zona de numerosos restaurantes y terracitas para comer o tomar algo a sus orillas si el tiempo acompaña. Es una zona que también alberga algunas discotecas.
Parque de las Naciones
A unos 35 minutos en autobús, alejado del corazón de la ciudad, el barrio “Parque de las Naciones” no se asemeja en nada con lo que hemos visto hasta ahora de la capital portuguesa. Se trata de un espacio de arquitectura futurista, que albergó la Exposición Universal de 1998.
Como herencia quedan importantes edificios como la Estación de Oriente, el Pabellón de Eventos, un gran Centro Comercial y el Oceanográfico.
La Estación de Oriente es actualmente la más importante de Lisboa. Fue diseñada por Santiago Calatrava y destaca por su cúpula de hierro y cristal. Este área lo disfrutamos paseando junto al río y deleitándonos con la moderna arquitectura y de las vistas al Puente Vasco de Gama, el más largo de Europa. Un teleférico se ofrece a desplazarnos en un pequeño tramo del paseo, y brinda otras bellas perspectivas. Es una alternativa tranquila a la vida nocturna de otras zonas de Lisboa.
La visita al Oceanario, el segundo acuario más grande de Europa por detrás del de Valencia, es el deleite de niños y adultos. La gran colección de especies acuáticas es impresionante. El tanque central es colosal y contiene gran exuberancia de peces y tiburones. Presenta distintas exposiciones que tienen como objetivo educar sobre la necesidad de invertir en la conservación de los océanos. Algunas son temporales y podemos acceder o no según nuestro criterio.
Después de la refrescante visita al Oceanario, se puede coger el teleférico o caminar durante 20 minutos por un atractivo recorrido para degustar en “D’Bacalhau” cuatro maneras de cocinar este producto estrella de la gastronomía portuguesa.
Una zona moderna donde nos vamos encontrando con otros restaurantes y terrazas de comida internacional.
ALGUNAS RECOMENDACIONES
Debemos elegir, la mejor época del año para visitar la capital lusa. Lisboa se ha convertido en una ciudad muy turística y asequible pero hemos de huir de sus aglomeraciones, ya que estas nos impiden disfrutar plenamente de todo lo que nos ofrece. Lo bueno es que en Lisboa el sol brilla la mayor parte del año y esto da la ventaja de poder elegir la temporada baja para su visita.
Existen varias formas de recorrer la ciudad: a pie, en tranvía, en autobús hop-on-hop-off, en un tuk tuk (motocicleta cubierta de dos o más asientos). Comprando la tarjeta de transporte público por 6 euros al día puedes moverte en autobús, tranvía, metro y tren y están incluidos los elevadores. Según nuestra experiencia, algunos tranvías y autobuses se retrasan bastante o cuando llegan, están tan llenos y pasan de largo. Esto ocurre con la famosa ruta del tranvía 28, que aunque es una buena forma de descubrir rincones imprescindibles en un vehículo histórico, a nosotros nos fue imposible. Quizá sea cuestión de madrugar en época turística.
Otro imprescindible es el Mercado da Ribeira donde deleitarse con la oferta culinaria de productos portugueses. El «restaurante-marisquería AZUL» con entrada desde el mismo al Mercado, presenta productos sabrosos y frescos. ¡Nos encantan sus gambas al ajillo y el pan aderezado! Ojo que los “langostinos tigre” se salen del plato.
Para bajar una copiosa comida, es una zona ideal para dar un agradable paseo por la orilla del río desde Cais do Sodré hasta Terreiro do Paco.
Como alternativa, desde la estación fluvial de Cais do Sodré, salen ferrys cada 15 minutos por 3 euros ida y vuelta, al vecino pueblo de pescadores de “Almada”. Allí puedes visitar Santuario de Cristo Rei y ver una espectacular puesta de sol con la silueta de la ciudad y el Puente de 25 de abril como escenario. Recomendado, es un lugar muy agradable y placentero..
Si lo que deseas es tomarte un buen cóctel o una copa te propondremos un sitio cuanto menos diferente y curioso se llama la “La Pensión del Amor”. Está en un antiguo prostíbulo que aún conserva alguna decoración de antaño. R. do Alecrim 19.
Toma el elevador da Bica de noche y tomate una copa por el Barrio Alto.
GASTRONOMíA
Portugal tiene una gastronomía rica y variada y la cocina es casera y tradicional. El pescado, cuya estrella es el bacalao, así como el marisco, siempre frescos, lo encontramos por todas partes y se cocina de muchas formas. A la parrilla o en caldereta siempre resulta una buena una elección. Las sardinas asadas también son muy típicas de la capital portuguesa.
Las carnes son también excelentes, ya sean de ternera, de cerdo o de cabrito. En platos de carne, una sugerencia para todo el país es el cocido a la portuguesa.
Un tentempié muy recurrente es el queso acompañado con una copa de refrescante vino verde. Asimismo hay vinos por todo Portugal y, si Porto tiene fama, los tintos de mesa de Douro, del Alentejo también son excelentes.
Comer en Lisboa es muy asequible y te sorprenderá si además pides el plato del día. En algunos lugares te ponen aperitivos de queso, pan y aceitunas que luego se cobran. Si no los quieres, apártalos a un lado. Ten en cuenta que los horarios de las comidas son aproximadamente entre las 12.30h y las 14.00h y las cenas entre las 19:00h a las 22:00h.
En Lisboa hay muchas cosas que ver y hacer. Es una ciudad de la que se disfruta paseando y perdiéndote por sus barrios, subiendo en sus tranvías y elevadores para ir descubriéndola poco a poco. Un destino ideal para pasar unos días y conocer el encanto y la simpatía de la capital lusa.